miércoles, 23 de septiembre de 2009

A diez centímetros del alma: Pearl Harbor

A diez centímetros del alma: Pearl Harbor (Cuento I)


1947. Seis años después de aquel ataque que cambió mi vida, me encuentro parado junto a un grupo de hombres, esperando ansiosos poder hablar de sus profesiones ante un grupo de alumnos adolescentes. Tenía miedo de la reacción de todos los presentes, pues lo que yo tendría que contar no era absolutamente nada fácil, pero tenía que hacerlo. Mi hijo Michael insistió en que yo viniera a su salón para hablar sobre el ejército, pues se sentía muy orgulloso de que su padre haya defendido al país.
-Señor Spaulding, es su turno.- Todas las miradas se fijaron en mí, no podía evitarlas, y los nervios comenzaban a invadirme. Algo me decía que para los alumnos de ese salón era muy extraño ver a un comandante del ejército frente a ellos; así que me quité el sombrero, crucé los brazos y suspiré profundamente.
-Gracias profesora Higgins. Mi nombre es Nicholas Spaulding, soy Sub-Comandante de las Fuerzas Armadas del Pacífico. Mi hijo Michael insistió en que viniera, y a pesar de mi trabajo, pude presentarme aquí con ustedes. Ser Sub-Comandante del ejército no es nada sencillo, tal como lo puede ser un abogado, un arquitecto o un inversionista. Pertenecer al ejército significa entregarse por completo al país, defenderlo hasta con la vida. Yo estuve presente en el ataque a la base en Hawai, Pearl Harbor, durante los inicios de la Segunda Guerra Mundial; y fue algo que cambió por completo mi concepción de la vida. Me uní a las tropas americanas en 1934, cuando tenía 25 años, y estaba a punto de casarme. Mi futura esposa y yo esperábamos un hijo, y lo que más me preocupaba era dejarlos desamparados en caso de que yo muriera en combate, así que le hice prometer a mi hermano Jean que cuidaría de mi familia mientras yo defendía a la nación. Recién entré al ejército, conocí a Thomas Baker, Howard Dorough, Scott Richardson y James McLean, y nos hicimos grandes amigos. Scott y James perecieron en el ataque mientras piloteaban uno de los aviones B-19… recordarlos aún me duele, pues entre todos formamos un fuerte lazo de de hermandad -Un frío silencio se apoderó del ambiente, tragué saliva y continué hablando-. Japón no poseía suficientes recursos petroleros, y buscaba debilitar militarmente a nuestro ejército para después negociar la paz a cambio de petróleo. El objetivo del ataque era neutralizar las fuerzas enemigas por un largo tiempo, y así ocupar las colonias occidentales del sudeste asiático. Hubo varias advertencias a las tropas el día del ataque, pero no fueron tomadas en cuenta por que creíamos que la flota japonesa tenía otra ubicación. Desde noviembre de
1940, un equipo de espionaje norteamericano conocía la clave secreta japonesa, permitiéndonos descifrar mensajes militares entre Tokio y su consulado en Honolulú, sobre la situación de Pearl Harbor, la isla de Oahu y la escuadra del Pacífico estadounidense, y a pesar de la información insinuando una fase de agresión japonesa, hubo poca información específica. Los primeros ataques estadounidenses y las primeras bajas del ataque a Pearl Harbor ocurrieron cuando las tropas americanas atacaron y hundieron un mini-submarino, y cinco de ellos, de las fuerzas japonesas, planeaban atacar naves estadounidenses con torpedos después del comienzo del bombardeo aéreo. Hubo muchos errores, la estación del ejército detectó fuerzas enemigas, pero esta alerta fue confundida todo por que llegarían algunos aviones B-19 a la base. La mañana del ataque, nosotros entrenábamos, cuando de repente, comenzaron a escucharse fuertes explosiones y la tierra comenzó a cimbrarse…
-Vamos Howard, ese tipo de mujeres si existen.
-Nicholas, tú lo dices por que estás a punto de casarte, y hasta serás padre… yo creo que a este paso, me quedaré soltero hasta que me muera.
-riéndose- No seas amargado, en esta vida todo se puede lograr. Diane es maravillosa, haría todo por ella. Te aseguro que pronto encontrarás a alguien…
-¡Hey!- Thomas llegó corriendo, con armas en mano.
-¿Qué pasa Thomas? -preguntó Nicholas.
-¡Están atacando la base, cientos de aviones invaden nuestro cielo!
-En ese momento, hubo demasiadomovimiento, muchos despertaron y lo primero que escuchaban eran explosiones y gritos, como “¡Todos a cubierta!” o “Prepárense, nos bombardean!” Corrimos a los puntos de defensa y nos preparamos para lo que pudiera suceder, fue impresionante. Howard y Thomas subieron a uno de los navíos, el Maryland, y no los volví a ver durante la batalla. La última vez que vimos a James y a Scott fue en el cuartel general, antes de salir a combate, pues a ellos les correspondía defender el territorio desde el aire…
-Viejo, vamos a lograrlo -Corriendo y colocándose el casco protector, tomó su lugar en el avión.
-Estoy seguro de que sí -Contestó James, estrechando la mano de Scott.
-¡Los veremos en la victoria -James cerró la portezuela del avión y poco a poco se elevaron, al momento en que otros aviones hacían lo mismo. En uno de los navíos…
-¡Son demasiados!
-¡Howard! ¡Ayúdame! -Thomas no podía manejar solo el proyectil -Esto es imposible, ¡no estábamos preparados para un ataque!
-Ni que lo digas… -Con unos cuantos impactos, derribaron más de 20 aviones enemigos. - ¿Dónde está Nicholas?
-No lo sé, no lo he visto desde que comenzó todo esto… -La batalla continuó, pero dos torpedos cayeron sobre el barco…
-¡Comandante Isaac! -gritó Nicholas, deteniendo bruscamente a uno de sus superiores, quien caía herido de muerte.
-Prométeme… que defenderás el país… salgan victoriosos o no… regresarás con tu familia y les hablarás sobre tu hazaña por Estados Unidos… buena suerte - el hombre se desvaneció en los brazos de Nicholas, quien, desesperado, miró al cielo, arrancó del traje del comandante una insignia en forma de estrella y gritó:
-¡Se lo prometo señor! –Nicholas tomó el control del navío y siguió defendiendo, hasta que un torpedo cayó sobre el Hardless, hiriendo a Nicholas y a otros soldados… Tres de los siete navíos regresaron a salvo al puerto.
La verdad no recuerdo cuánto tiempo estuvimos en batalla, pero yo había hecho una promesa y tenía que cumplirla. Tomé la insignia del comandante Isaac y la apreté fuertemente, jurándole a Dios y a mí mismo que regresaría a casa y que defendería a mi patria. Los japoneses nos atacaron en dos oleadas, los aviones dañados y los casi 200 aviones que fueron destruidos, entre ellos, el que piloteaban mis amigos, fueron atacados en tierra. Cuatro navíos se hundieron, y por un momento llegué a pensar que también perdería a Thomas y a Howard… Se respiraba un ambiente de desolación, el ataque había cesado, pero uno podía caminar sobre la gente que había muerto. Yo estaba herido, sentía una inmensa presión sobre mí, era como si la fuerza de un proyectil me quitara el oxígeno, sentí tan cerca el impacto que estuvo a diez centímetros de mi alma…
-¿Nicholas? Viejo… -Howard encontró a Nicholas tirado en la orilla del mar, cerca de donde dejaron el dañado navío.
-Oye Thomas, Nicholas no reacciona…
-¿Qué? –cojeando, se acercó a su amigo -Nick… viejo, reacciona… -el ataque había pasado, los sobrevivientes comenzaban a salir de sus puestos de combate, Thomas y Howard habían salido ilesos de los ataques japoneses, pues su navío no sufrió daños graves. Los dos amigos llevaron a Nicholas a un puesto de enfermería, el único que había sobrevivido.
-Está inconsciente, fue un impacto muy fuerte… -dijo la enfermera, mientras sacaba la insignia de una pequeña bolsa- … la traía puesta, y por lo que veo, se aferraba a ella- Thomas y Howard se miraron mutuamente, y comprendieron que aquella dorada y manchada estrella era del comandante Isaac. Pasaron unas horas, en lo que algunos sobrevivientes eran atendidos por el equipo médico, hasta que…
-¿Dónde estoy?
-Vaya, hasta que despiertas.
-Creímos que no habías sobrevivido - dijo Thomas, sonriendo.
-Pero… ¿qué pasó? Yo… -se frotó la cabeza, desconcertado.
-Pero tú tienes que descansar, a duras penas si puedes hablar. Hace 9 horas que se fueron los japoneses, pero hay un prisionero -dijo Howard.
-Sí, conducía un mini-submarino, y fue el único sobreviviente de éstos en nuestras aguas.
-¿Qué les pasó a ustedes? Yo creí que habían muerto…
-Pues aquí nos tienes. El navío que conducíamos no sufrió daños graves, pero los impactos provocaron explosiones muy fuertes, yo salí lastimado de una pierna –mostrando sus muletas- y Howard con algunos golpes, heridas y un brazo roto.
-Sí, habernos muerto no hubiera sido nada -contestó Howard con sarcasmo, a lo que hubo leves risas.
-Pero, ¿Por qué tenías tú la insignia del Comandante Isaac? – preguntó Thomas, incrédulo.
-Él falleció. Antes de irse me deseó buena suerte, y me hizo prometer una cosa –tosió un poco- Que yo regresaría a casa ganáramos o no la batalla.
-Pero no la ganamos… -contestó Howard seriamente, y Nick enmudeció.
-Ahora sabemos que sí regresarás a casa, y que verás crecer a tu hijo…
-¿Dónde están James y Scott? – hubo un momento de silencio, los amigos de Nicholas se miraron mutuamente otra vez, y Thomas contestó con voz entrecortada:
-Ellos… ellos fallecieron en uno de los aviones que fueron atacados en tierra, después de haber aterrizado. Ellos alcanzaron la victoria del cielo, y estoy seguro de que hicieron un gran trabajo.- Dos delgadas lágrimas resbalaron por las mejillas de Nick, quien no soportaba la idea de haber perdido a dos de sus amigos, casi hermanos.

Después del ataque, el gobierno del presidente Roosevelt mandó por los sobrevivientes, principalmente los más heridos, claro, sin dejar desprotegida la base con nuevas tropas. Hicimos un pequeño homenaje en memoria de los miles de soldados fallecidos y también de las personas que no tenían nada que ver con el ataque, y que a final de cuentas, también terminaron pagando con su vida. Cuando regresé a casa, 8 meses después, mi hijo ya había nacido, y Diane, mi mujer, no creía verme frente a ella. Nos era un poco difícil asimilar que estábamos juntos otra vez, y aunque nos comunicábamos vía telegrama, no se compraba en nada con estar junto a ella de nuevo, después de haber estado a punto de morir en Pearl Harbor. Le expliqué lo que sucedió con el comandante Isaac, y le mostré la insignia dorada. Los altos mandos dijeron que podía quedármela, y que lo que hice fue un acto heroico. Cuando le mostré la estrella a Diane, rompió a llorar, y no dejaba de agradecerle a Dios por el hecho de que yo estuviera vivo. Howard se casó con una joven del servicio de enfermería, y ahora están esperando a su segundo hijo. Thomas regresó a casa con su esposa y sus pequeños gemelos, Christian y Robbie. Hasta la fecha seguimos siendo amigos inseparables, nos reunimos con nuestras familias y pasamos alegres y maravillosos momentos. Seis años después aquí estoy, vivo, y muy orgulloso de que Michael esté conmigo –Nick extendió los brazos y su hijo corrió a abrazarlo- Toma hijo, esta insignia es tuya, cuídala mucho – el jovencito tomó la estrella entre sus manos, y la mostró a sus compañeros- Eso es todo profesora Higgins, gracias. – Una lluvia de aplausos invadió todo el lugar, los otros padres de familia felicitaban y estrechaban la mano de Nicholas, quien a pesar de haber sobrevivido a un combate, sintió la muerte a diez centímetros de su alma.

2 comentarios:

  1. Hola Dianita!!!

    Jajajaja
    Si creo que si es algo obvio a quienes pusiste
    Primero me la pensé...
    Pero ya viendo bien las señales supe quienes eran xD

    Y también ya vi quien es la señora Carter jijiji

    Ayyy pobresitos de Scott y James :(

    Buen cuento Dianita...

    Saludos nena!

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  2. Hola Dianita, pues sigue escribiendo, te felicito por haber leido ayer, jajaja... nos vemos al rato

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